Forbantes. La Novela Completa

14 de Septiembre de 1723

Se despertó temprano, se vistió y se dirigió a la habitación de Guillo. Petó en la puerta y, cuando escuchó el “Pasa Andrea” ya sabía lo que le esperaba.

Entró y cerró la puerta. Él estaba allí, esperándola, sentado en el borde de la cama…llevaba como único atuendo el pantalón y el gato de 9 colas que mecía en la mano.

Durante unos segundos rezó porque aquello fuese una broma, pero observó el rostro serio de Guillo y supo que no lo era…

– Quítate la camisa. – ordenó.

Ella obedeció sin rechistar, sabía que no le valdría de nada suplicar, al contrario. Se quitó la camisa temblando, de espaldas a él, y allí se quedó, pensando que al primer latigazo moriría de dolor.

– Si mal no recuerdo te tocan dos castigos. – ante su silencio continuó, Andrea cerró los ojos intentando pensar en otra cosa, nunca saldría viva de aquella habitación – Los dos sabemos que tu cuerpo no lo soportaría, así que acabemos con esto, ¡date la vuelta!

Andrea comprendía porqué le mandaba darse la vuelta, los latigazos en el pecho eran mucho más dolorosos, sobretodo para una mujer, estaba aterrorizada, por su cabeza no dejaba de pasar la imagen de Goretti ensangrentado después de que sus compañeros le azotasen.

Obediente se giró y le miró, él la observó cerrar los ojos aterrada y temblar esperando los golpes, pero tenía claro que esta lección se la daría hasta el final…

Lentamente caminó hacia ella observando su cuerpo; cada paso resonaba en su cabeza mientras él parecía disfrutar con su agonía.

Se acercaba cada vez más y, de repente, la abrazó apretándola contra su pecho desnudo, con una mano le sujetó la nuca y con la otra pegaba el látigo a la frágil espalda femenina. Antes de que Andrea pudiese reaccionar o abrir los ojos siquiera, le buscó la boca y la besó.

Era un beso lascivo, hiriente, descarado y Andrea intentó zafarse empujándolo con los brazos, pero era inútil…lo sabía…él la miró como diciéndole “este es tu castigo” y los ojos femeninos, que hasta ese momento expresaban indignación y sorpresa, le devolvieron una mezcla de rabia y resignación.

En ese momento Guillo la apretó más contra sí, pero volvió el beso suave y dulce, ella le dejó hacer, sus manos dejaron de luchar intentando separarle para reposar suavemente sobre su pecho. Aflojó entonces la mano con la que le sujetaba la cabeza y le acarició la espalda con el látigo cesando el beso para susurrarle al oído:

– Esta es la única forma en que consentiré que el gato roce tu piel, pequeña embustera. ¡Vístete! La lección ha terminado.

 

Se apartó de la mujer dándose la vuelta y se puso una camisa mientras ella volvía a ponerse la suya, entre agradecida y avergonzada por haberse dejado engañar tan fácilmente…

– Eres valiente, Andrea. – le confesó Guillo – Cualquier otra en tu lugar habría intentado huir, y puedes estar segura que, de haberlo hecho, yo mismo te habría ido a buscar y nadie te habría librado de unos buenos azotes, pero tú has venido a pesar de saber que uno solo de mis golpes con el látigo te habría reventado, por esa razón no lo he hecho.

Ella, sonrojándose, bajó la vista.

– Ayer escogiste tener dos sanciones en lugar de una,  – y ella recordó la cena y comenzó a reprocharse el haber sido tan impertinente – por tanto hoy te quedarás en casa ayudando a Lupe, estás castigada, te prohíbo venir a la playa ¿entendido?

– Sí capitán. – obedeció segura de que él hablaba en serio.

– Espero que te comportes bien. No me decepciones. – abrió la puerta y ambos se fueron a desayunar.

 

En la cocina sólo estaban Cosme y Lupe.

– Buenos días. – saludó Cosme levantándose para ceder su silla a Andrea.

– Buenas. – respondió Guillo sentándose a desayunar.

– Buenos días chicos, ¡cómo habéis madrugado! – se sorprendió la anfitriona.

– Gracias Cosme. – agradeció Andrea sentándose.

– De nada bonita. – le contestó amablemente bajo la atenta mirada de Guillo – ¿Cómo estás?

– Mejor. – explicó ella con una sonrisa – Ya no me mareo y los granitos han desaparecido, no te preocupes, ya estoy bien. Gracias por preguntar.

– Es lo menos que puedo hacer. – le acarició la mejilla.

– Hoy Andrea se quedará aquí, Lupe…si no tienes inconveniente. – dijo Guillo cortando la conversación y continuó en tono socarrón, no sabía porqué pero necesitaba molestarla – Aún no está del todo bien y si viene a la playa seguro que hace alguna tontería.

– ¿Inconveniente? ¡Al contrario! – exclamó Lupe mientras Andrea se sonrojaba, y, para fastidiar a Guillermo por haber atacado tan directamente a la chica, añadió – Además, como hoy no hay mucho que hacer, seguro que a Cosme no le importa cuidar de ella, en lugar de ayudarme como siempre.

– ¿Importarme? Estaré encantado de disfrutar de su compañía, ¿qué te parece si vamos a la playa, Andrea?

– ¿Seguro que no necesitas ayuda? – preguntó Andrea, y como Lupe negó con la cabeza, continuó – Entonces sí, me gustaría mucho ir.

– ¿Tienes traje de baño? – preguntó Lupe.

– No, pero no te preocupes, no voy a meterme en el agua, no sé nadar, así que no lo necesito.

– ¿Cómo que no lo necesitas? De eso nada, ven, buscaremos uno. No pienso consentir que mi invitada preferida se asfixie de calor en nuestras playas, ni que te vayas tan blanca como llegaste.

– Si me disculpas vengo ahora, Cosme.

– No te preocupes. – disculpó sonriente.

Los dos hombres se quedaron solos en la cocina.

– ¿Qué vais a hacer hoy Guillo?

– Pues, – contestó éste pensativo – los últimos arreglos, mástiles, bauprés y demás. Espero acabar hoy de reparar todo el barco.

– Sois muy rápidos…

– Es que hemos trabajado a destajo.

– Ya lo creo. – después de un rato en silencio, el muchacho se decidió a hacerle la pregunta – ¿Cuándo os…iréis? ¿Mañana?

– No, hasta pasado mañana o al siguiente no marcharemos, tranquilo. – respondió Guillermo que sabía perfectamente que el muchacho lo preguntaba por Andrea.

Poco después Guillo se iba a trabajar mientras Andrea y Cosme se iban a la playa.

 

Durante todo el día los hombres trabajaron sin descanso, sólo pararon el tiempo justo para comer, pero por la noche, cuando ya las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, obtuvieron su recompensa.

– ¡Compañeros! “El Temido” ya está listo de nuevo. – un coro de vítores secundó sus palabras – Y para agradeceros que hayáis trabajado tan duro estos días mañana nos tomaremos el día libre. No partiremos hasta pasado mañana. ¡Que lo disfrutéis!

Contentos, los hombres se retiraron a las casas a dormir y Guillermo, que tenía muchas cosas que pensar antes de partir, decidió colgar una hamaca en la cubierta y dormir esa noche en su barco, al raso, bajo las estrellas.

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2 respuestas a “Forbantes. La Novela Completa

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  1. Preciosa novela romántica de quinceañera fantasiosa… (palabras de la autora)
    He disfrutado y me he asombrado con todos los detalles (no solo los técnicos).

    Conozco a la autora y quiero felicitarla, soy amante del género ¨policiaco¨ y hacía muchos años que no leía aventura, he vuelto a los tiempos de Verne, Conrad, Kipling, …
    Romántica, amena, final a la altura de las circunstancias y una puerta abierta ¿será cierto que esta basada en el diario de su abuela Andrea?

    Gracias Condesa ha sido un placer leer su novela.

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    1. Paquita, primero que todo decir que conocerte ha sido y es un auténtico placer.
      Segundo, que tus palabras siempre son música para mis oídos, pero en este caso me has sacado los colores jeje.

      Me alegro muchísimo de haber podido recordarte aquellos tiempos de aventuras y autores increíbles y mágicos, de que la novela haya sido de tu gusto y de que no pertenezcas a la legión de seguidores que quieren asesinarme por escribir ese final jajaja.

      Por todo, gracias, gracias, gracias. Es un placer escribir para personas bellas como tú.

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