Forbantes. La Novela Completa

2 de Septiembre de 1723

Al día siguiente Andrea trabajó durante toda la mañana. Guillo hizo todo lo posible por mantenerla alejada de él disimuladamente, pero Maca, al que no le pasaba inadvertida la artimaña, sonreía viendo que, aunque él intentaba perderla de vista, no podía evitar observarla cuando pasaba cerca del timón.

La mujer estaba muy contenta, le agradaba ser útil y estaba segura de que el capitán le mandaba hacer todo aquel trabajo aprovechando que Goretti no podía dar problemas. La campana anunció el cambio de turno y Guillermo se fue al camarote seguido por Maca, que dejó la cocina a cargo de Andrea.

– Parece que te está ganando la partida, Guillo. – dijo el cocinero.

– ¿A qué viene eso? – preguntó el capitán.

– Lo sabes perfectamente y la técnica del “no te acerques” no funcionará. Si ella se ha metido aquí dentro, – dijo señalando su cabeza – nada conseguirá sacarla.

– Siento desengañarte Maca, pero te equivocas. – respondió el capitán convencido – Sabes que hace casi un mes que no bajo del barco para estar con una mujer porque siempre surge algo, esa es la única razón por la que prefiero no quedarme solo con ella. Cuando lleguemos al puerto se acabará el problema.

– Ya lo veremos Guillo, ya lo veremos. – le dijo Maca y salió sonriendo, seguro de sí mismo.

Y Guillo volvió al trabajo seguro de que Macario estaba equivocado.

 

Andrea y Tommy se fueron a limpiar la contracubierta después de comer y allí se encontraron a Leoncio, el carpintero, que acababa de despertarse. El hombre, un poco aburrido, se ofreció a ayudarles y lo hizo al ritmo de una canción cuya letra mascullaba entre dientes.

– ¿Qué estás cantando? – preguntó Andrea.

– ¡Oh, me habéis descubierto! – dijo el hombre poniendo cara de inocente – Está bien, confesaré. Es una canción que me enseñó el capitán cuando viajábamos por Europa. A él le gustaba cantarla cuando hacía el turno de noche y cada día le añadía una parte nueva. Creo que la canción se la enseñó el otro capitán.

– ¿Podrías cantarla en voz alta, por favor? – pidió Andrea sorprendida, nunca había escuchado a Guillo cantar.

– Uf, Andrea sería mejor que te la cantase él. Yo no tengo tan buena voz. – intentó zafarse él.

– ¡Por favor! – rogó la mujer y, como parecía tan ilusionada, el hombretón accedió a cantar mientras reanudaban la tarea.

 

“Con diez cañones por banda, Viento en popa a toda vela, No corta el mar, sino vuela, Un velero bergantín; Bajel pirata que llaman Por su bravura “El Temido” En todo el mar conocido Del uno al otro confín.”

“La luna en el mar riela, En la lona gime el viento, Y alza en blando movimiento Olas de plata y azul; Y ve el capitán pirata, Cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa Y allá en su frente Estambul.”

 

Leoncio se paró para reponer fuerzas bebiendo y Andrea aprovechó para preguntarle:

– ¿Tú también estuviste allí?

– Sí pequeña, eran otros tiempos…En principio asaltábamos los barcos que salían de Turquía, pero la cosa se puso fea y el capitán escogió Madagascar como nuevo destino, pero llegar a aquí fue duro. Cuando llegamos a Berberia, un lugar al Norte de África, nos atacaron los corsarios berberiscos. Jamás he visto a piratas tan desalmados y faltos de honor, siembran la muerte y el dolor por donde van y lo hacen sólo por diversión, son la gran escoria de los mares, se atacan incluso entre ellos mismos, y los capitanes no duran mucho porque los marineros se amotinan en los barcos constantemente. Son peores incluso que los piratas guineanos que se dedican a traficar con esclavos. – y añadió al ver a Tommy profundamente impresionado – Pide al capitán que te hable de sus viajes, pequeño, y que te enseñe los mapas de aquellas tierras. Son mares peligrosos e historias llenas de aventuras, pídele que te cuente cómo conocimos a Goliat….Pero dejémonos de cuentos y volvamos al trabajo…y a la canción. ¿Dónde habíamos quedado?

– ¡En Estambul! – exclamó el pequeño entusiasmado con la canción.

 

“Navega, velero mío, Sin temor; Que ni enemigo navío, Ni tormenta, ni bonanza, Tu rumbo a torcer alcanza, Ni a sujetar tu valor.”

“Veinte presas Hemos hecho A despecho Del inglés, Y han rendido  Cien naciones Sus pendones A mis pies.”

 

– ¡Y ahora atentos que viene el estribillo!

 

“Que es mi barco mi tesoro, Que es mi Dios la libertad, Mi ley la fuerza y el viento, Mi única patria la mar.”

 

A Andrea le gustó tanto que se lo aprendió al momento, era una canción pegadiza cuya letra describía perfectamente el sentir de un pirata, por esa razón era fácil aprenderla. Pero Leoncio continuó.

 

“Allá muevan feroz guerra Ciegos reyes Por un palmo más de tierra; Que yo tengo aquí por mío Cuanto abarca el mar bravío, A quien nadie impuso leyes.”

“Y no hay playa Sea cualquiera Ni bandera De esplendor Que no sienta Mi derecho Y dé pecho A mi valor.”

 

– Os toca chicos, vuelve el estribillo.

 

“A la voz de “¡Barco viene!” Es de ver Como gira y se previene A todo trapo escapar; Que yo soy el rey del mar, Y mi furia es de temer.”

“En las presas Yo divido Lo cogido Por igual; Sólo quiero Por riqueza La belleza  Sin rival.”

 

Y esta vez, los tres, cantaron juntos el estribillo.

 

“¡Sentenciado estoy a muerte! Yo me río; No me abandone la suerte Y al mismo que me condena Colgaré de alguna entena Quizá en su propio navío.”

“Y si caigo ¿Qué es la vida? Por perdida Ya la di, Cuando el yugo del esclavo Como un bravo sacudí.”

 

– Y mientras mi memoria intenta recordar la última parte, haced los honores, y cantad el estribillo…

 

“Son mi música mejor Aquilones; El estrépito y el temblor De los cables sacudidos, Del negro mar los bramidos Y el rugir de mis cañones.”

“Y del trueno Al son violento Y del viento Al rebramar Yo me duermo Sosegado Arrullado Por el mar.”

Y con el último estribillo del poema de un tal Espronceda, se acabaron la canción, el trabajo y el turno.

Andrea y Tommy se fueron a la cocina a hacer la cena y, mientras, en el camarote del capitán, Gorka y Guillo ultimaban los preparativos para atracar en el puerto.

– Guillo no se han cambiado las velas porque James Plaintain sigue gobernando el territorio. – explicó Gorka.

– Lo sé, ¡ese viejo loco! Nunca olvidaré el día en que dejó su barco pirata y a cañonazos conquistó la isla autoproclamándose rey de la bahía de Rontes.

– Cierto y mírale ahora, tiene una gran fortaleza y más esposas que un rey moro.

– Y la mayor cantidad de tunantes y embusteros que puede admitir un puerto. – completó Guillermo y ambos se rieron recordando al famoso “rey”.

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2 respuestas a “Forbantes. La Novela Completa

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  1. Preciosa novela romántica de quinceañera fantasiosa… (palabras de la autora)
    He disfrutado y me he asombrado con todos los detalles (no solo los técnicos).

    Conozco a la autora y quiero felicitarla, soy amante del género ¨policiaco¨ y hacía muchos años que no leía aventura, he vuelto a los tiempos de Verne, Conrad, Kipling, …
    Romántica, amena, final a la altura de las circunstancias y una puerta abierta ¿será cierto que esta basada en el diario de su abuela Andrea?

    Gracias Condesa ha sido un placer leer su novela.

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    1. Paquita, primero que todo decir que conocerte ha sido y es un auténtico placer.
      Segundo, que tus palabras siempre son música para mis oídos, pero en este caso me has sacado los colores jeje.

      Me alegro muchísimo de haber podido recordarte aquellos tiempos de aventuras y autores increíbles y mágicos, de que la novela haya sido de tu gusto y de que no pertenezcas a la legión de seguidores que quieren asesinarme por escribir ese final jajaja.

      Por todo, gracias, gracias, gracias. Es un placer escribir para personas bellas como tú.

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